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Un viaje hacia el interior, Hotel Molino de Santillán
07 de mayo 2013 - Manuel Medina | Rincón de la Victoria (Málaga) 



























    "Algo natural para dejar volar la imaginación. Sentir los diferentes aromas. El agua de las fuentes… y el olor de las pequeñas cosas. Disfrutar de la Axarquía y del Mar Mediterráneo en el silencio y la paz del campo donde se encuentra la armonía entre el lujo y la naturaleza. Habitaciones cálidas y acogedoras donde te sentirás como en casa. El gusto de cuidar hasta el mínimo detalle para tu bienestar. Cocina tradicional de alta calidad con los sabores de siempre… a veces olvidados. Pasea por nuestros senderos en plena naturaleza. Sumérgete en el agua y relájate entre burbujas…"

    Frases entresacadas de un cuidado folleto que ahora reposa en la mesita de noche de mi habitación -a punto de ser abandonada- y que las entrañas de mi ligero equipaje hasta aquí trajo -no deja de ser que aquí tuvo su origen-. Verticalmente apoyado en el noble dosel, lo atisbo tumbado en la cama, sus fotografías saltaron de sus páginas para envolverme, hace ahora siete días. No ha de quedar olvidado, me volverá a acompañar hoy en mi viaje de regreso a casa. Cumplió sus promesas, soy agradecido.

    He disfrutado sin duda de este hotel con encanto. Su cuidada decoración y su especial trato familiar y personalizado me han cautivado. He hecho uso y abuso de su biblioteca, sus salones con chimenea, sus jardines… pero sobre todo de un marco natural donde predomina el silencio y la tranquilidad. He alimentado mi cuerpo y he homenajeado mis sentidos en su restaurante. El mar Mediterráneo ha bañado mis mañanas y la piscina y el jacuzzi mis tardes. Incluso he desempolvado mis viejas botas de montaña para volver a ser empolvadas en naturales senderos de los caminos de Al-Andalus. Con la pista de paddle he de reconocer que no me atreví… quizás en la próxima ocasión. Ha de haberla.

    Lentamente, de forma casi ceremonial, recojo el libro que me ha acompañado esta semana y que ha pasado su última noche en la mesa de la terraza contemplando como el mar y el cielo se funden cada anochecer. Con él en mis manos, me dejo caer en la confortable hamaca, en la misma en la que ayer concluí su lectura. No tengo prisa. Me abandono a sus enseñanzas.

     He de alcanzar "la otra orilla", la liberación de todas las limitaciones del limitado mundo material. Abandonar la ilusoria conciencia de individualidad, la ignorancia de que un Ser Supremo habita dentro de todas las criaturas. Éste es el mensaje más importante contenido en todas las escrituras sagradas que narran la vida o enseñanzas de los grandes Maestros, a pesar de pertenecer a diferentes épocas, culturas y procedencias geográficas: Jesús, Budha, Rama, Krishna, Sócrates, Zaratustra, Moisés, Patanjali, Lao Tse, Mahoma…

    En este lugar he aprendido que meditar no es pensar, ni calificar, ni enjuiciar ni deducir nada… es simplemente observar. Observar que todo lo que tiene poder de atraer y absorber nuestra atención nos produce paz y satisfacción. No he tenido mi mente ocupada en resolver algo concreto, eso me ha llevado a experimentar paz y relax. Este libro, que ahora casi abrazo, me ha enseñado que se puede vivir en este mundo como una flor de loto: aunque nace en aguas pútridas, nunca sus pétalos se ven tocados por ella. Flotando en la superficie, sube cuando el nivel de las aguas sube y de igual manera, desciende cuando el nivel baja, sin ser afectada por el movimiento del agua, ni la suciedad que ésta contenga.

    Cierro por fin mi pequeña maleta y antes de dejar mis llaves en recepción, me dirijo a la biblioteca, no puedo por menos que volver a contemplar la portada del que ha sido fiel compañero durante estos días y noches. Un carro y unos caballos embridados que representan a los sentidos, las riendas su control. Si a los caballos les permitimos escaparse al control de la mente, el carro se extraviará. Pero si los caballos son dominados y dirigidos por la mente, representada por Krishna, entonces y únicamente entonces, puede continuar adelante su propio camino. Como San Patricio de Irlanda dijo en su famoso poema: "Cristo está en el asiento del carro"… Abandonado a estas reflexiones, me dirijo a recepción, dejo la tarjeta de mi habitación, con cierta tristeza, sobre la cálida madera iluminada por una pequeña lámpara de tiffany… he de marchar.

    El portazo de mi maletero tras depositar el trolley rompe -muy a mi pesar- el silencio casi místico del lugar. Subo a mi auto y no acabo de realizar la maniobra que ha de dirigirme al enorme portón de salida cuando una voz me hace desistir del intento. El espejo retrovisor reflejó la imagen inconfundible de Adriana Marchini, directora del hotel, que precipitadamente me daba alcance. Bajé la ventanilla en lo que se acercaba. Con una cómplice sonrisa, apabullante naturalidad y dulce voz me recriminó cariñosamente: "olvidaba algo… creo que esto ya le pertenece". Extendiendo su mano, me entregó el libro que yo acababa de devolver al estante de la biblioteca, y que ahora recibía como el más preciado de los tesoros: "El Bhagavad Gita", el "Canto del Señor".

"Aquél que cuida con amor su experiencia interior, que hace que sus acciones sean puras por la práctica del Yoga, y que mediante el Conocimiento destruye sus dudas, estará siempre libre de las ataduras que crean la acción egoísta. Así pues, oh Arjuna, destruye con la espada del Conocimiento las dudas que nacen de la ignorancia que habita en tu corazón. Mediante el Yoga, hazte uno con esta armonía que hay en tu interior. ¡Levántate, gran guerrero, levántate!".  Bhagavad-Gita (Canto IV, 41-42)


©Manuel Medina
Escritor y Viajero
   
Hotel Molino de Santillán ****
Ctra. Macharaviaya, Km. 3
29730- Rincón de la Victoria (Málaga, España)
Tlf.: +34 952 400 949 Fax: +34 952 400 950
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