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Cinco razones para visitar Benicàssim en otoño
Viernes, 18 de octubre 2013
























'Benicàssim, la mejor elección todo el año' es el eslogan de este destino cuyos atractivos están disponibles en invierno, verano, primavera y, por supuesto, en otoño

Si pensabas que Benicàssim estaba abierto solamente en verano, te equivocas. Esta localidad castellonense abierta al Mediterráneo ofrece a sus visitantes todo tipo de atractivos para hacer de una espacada unos días inolvidables en cualquier época del año. Naturaleza, clima, deporte, gastronomía y patrimonio están disponibles durante los doce meses. Así que, si el verano no te llevó a Benicàssim, es posible que Benicàssim te lleve a ti en otoño… por cinco claras razones.
       
Las playas no desaparecen. Lejos de lo que puedas pensar, cuando termina el verano las playas continúan estando ahí. Voramar, Almadraba, Torre San Vicente, Els Terrers y Heliópolis son las cinco que encontrarás en Benicássim, cada una con su particular encanto pero todas ellas con la calidad como sello: las Banderas Azules ondean en todo el litoral benicense, del mismo modo que lucen el certificado de gestión medioambiental, según la Norma ISO 14001, mientras que tres de ellas están reconocidas por la Q de Calidad Turística.

El sabor de su gastronomía no cambia. El arroz no es un producto de temporada que se evapore según termina Septiembre. La variedad de platos que derivan de este ingrediente figuran en la carta benicense en cualquier estación del año. Asimismo, la despensa de Benicàssim se caracteriza por la diversidad de sus productos propios de la dieta mediterránea: pescados y mariscos, asados y sabrosos guisos forman parte de las diferentes recetas de la maestría culinaria de sus gentes. De postre, quizás te convenza una variada repostería o las frutas frescas del lugar, como la uva de moscatel y la naranja de los huertos locales, pueden acompañarse con el famoso Licor Carmelitano.

Sus vistas abren todo el año. Benicàssim es peculiar, entre otras razones porque en pocos metros une playa y montaña. El Desierto de las Palmas no mengua cuando termina el verano. Sus 3.200 hectáreas protegidas -en 1989 fue declarado Paraje Natural- permanecen para ser recorridas a pie o en bicicleta, a través de sus nueve rutas. Desde sus puntos más altos se contempla el alicantino pico del Montgó o la reserva marina de las Islas Columbretes. La micro reserva floral de las Agujas de Santa Águeda ofrece interesantes cromatismos, fruto de una frondosa y variada vegetación. Asimismo, numerosos manantiales como la Font Tallada, la del Senyor, la de la Teula o la del Roc alimentan la riqueza natural de este paisaje.

Su nombre deriva del lenguaje monacal, en el que desierto significaba 'lugar de retiro'. Así fue como en el siglo XVII los carmelitas eligieron este arbolado paraíso para ubicar su monasterio. Además, el Desierto de las Palmas es el Parque Natural del Mes de Octubre y durante estos días se están celebrando gran cantidad de actividades diarias en sus terrenos, como marchas solidarias, jornadas micológicas, tertulias, recorridos comentadatos, etc.

Su patrimonio sigue en pie. Las 27 viviendas de finales del siglo XIX que forman la Ruta de las Villas llevan allí desde entonces, llueva o truene, haga frío o calor. Por este motivo no debes dejar de pasearla, fijarte en los detalles de sus arquitecturas y en la coquetería de sus jardines. Y, por qué no, imaginar cómo vivían todas aquellas familias de buena posición que, desde 1887 y durante la Belle Époque, eligieron Benicàssim para convertirla en destino vacacional por excelencia. También permanece operativo el Museo de Arte Sacro, ubicado en el Monasterio Carmelita, que te permitirá conocer la colección de piezas que guardas sus muros con la única ambientación del silencio que rodea el Desierto de las Palmas.




Las bicicletas no se estropean. ¿Sabías que Benicàssim cuenta con una ruta cicloturística circular de 16 kilómetros? Se trata de un recorrido de desnivel mínimo y adaptado para hacerla asequible a pequeños y mayores y que te permitirá descubrir los encantos naturales y los parajes de Benicàssim. Además, cuenta con numerosas zonas de descanso en las que recuperar fuerzas o detenerse a tomar fotografías. Todos los tramos, tienen una anchura de entre 220 y 280 centímetros, asegurando el trayecto pues, además, en ningún tramo vehículos y bicicletas comparten calzada, lo que le confiere óptimos parámetros de uso. Asimismo, en algunos tramos se han instalado hitos cilíndricos y reflectantes en el suelo para garantizar la seguridad de los ciclistas.















Cinco razones para visitar Benicàssim en otoño