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¿Cuál es la motivación para que visitemos un restaurante?
Manuel Medina. Málaga, Marzo de 2014
   
































Foto: Fernando Soto y Najat rodeados del equipo de Qualité

    Son múltiples las etapas por las que ha pasado la historia de la gastronomía en la restauración. Lejos quedan los tiempos en los que para comer bien -o distinto- no quedaba más opción que dirigirnos a un establecimiento de restauración.

    En la actualidad, en las cocinas de nuestras casas se suele disponer de un adecuado equipamiento para casi cualquier elaboración, los ingredientes más exóticos están a nuestro alcance y lo que es más importante, la revolución habida en las tecnologías de la información hace que el secretismo de algunas recetas sea cosa del pasado. Gracias a Internet, apoyamos nuestro Smartphone en la encimera y a funcionar. Y todo ello en un contexto social en el que cocinar es algo que pasa de ser la ardua -y poco reconocida- tarea del ama de casa a convertirse en una actividad prestigiosa cuando se lleva a cabo con cierto desempeño. Muchos son los que ya empiezan en el epígrafe de aficiones de  LinkedIn a reemplazar la típica frase de "leer, oír música e ir al teatro" por la más breve y sincera de "cocinar".

    Sumemos a todo lo expuesto la difícil situación económica actual y el hecho lamentable de que muchos "restauradores", primero cuelgan el cartel de Restaurante y luego empiezan a aprender a cocinar, para que tengamos motivos más que suficientes para quedarnos en casa y ponernos el delantal. Pero esto, afortunadamente no sucede exactamente así. Aristóteles lo dejó claro y el asunto es incuestionable: el hombre es un animal social "zoon politikon" que desarrolla sus fines en el seno de una comunidad. Y la gastronomía -que no la alimentación a secas- es acto social por excelencia.

    Por tanto, vayamos al eje central de esta disertación: ¿Cuál es la motivación para que visitemos un restaurante? Actualmente el comensal se ha vuelto más conservador. Huye de la falsa creatividad en la cocina, que no de la innovación. Tenemos muy en cuenta el precio y nos dejamos llevar por el atractivo y la confianza que un local genera. Los datos demuestran que los españoles gastamos menos en comer y cenar fuera de casa, ¡pero queremos seguir saliendo! De este punto, sumando varios rasgos, surge una tendencia: la vuelta a la cocina tradicional, la búsqueda de sabores conocidos, una clara reticencia hacia los excesos de la modernidad gastronómica inundada por la falsa creatividad y un decidido avance de formatos asequibles de corte informal. Son los actuales "valores refugio" de la gastronomía. El comensal se vuelve conservador, busca conceptos que le den seguridad y arriesga menos. La tradición culinaria reinterpretada se consolida por tanto: neotabernas, casas de comidas del siglo XXI, barras reinventadas o bares de tapas contemporáneos. Llámese como quiera. Nosotros hoy lo ejemplificaremos con un nombre: Chantarella.

    De la mano de Enrique Sánchez Kosfeld, miembro de la empresa distribuidora de vinos Qualité Selección y experto consultor y dinamizador de restaurantes, tuvimos la suerte de desembarcar en este restaurante de nueva creación, Chantarella. Los propietarios del establecimiento, Fernando Soto y su encantadora pareja, Najat, pusieron en escena una cena maridada con un despliegue gastronómico de muy alto nivel, de perfecta factura y sobre todo de una generosidad en las porciones servidas que nos hace dudar de la rentabilidad del evento, habida cuenta de que el precio rozaba casi lo simbólico. Y todo ello junto a unos vinos que iban más allá de la excelencia. Estos vinos no sólo acompañaron, sino que agasajaron a todos y cada uno de los platos servidos. Sea cual sea la motivación que tengamos para visitar un restaurante, de lo que estamos convencidos es de que hay restaurantes que no deberíamos dejar de visitar. Chantarella es uno de ellos. Nos queda lo más importante, narrar sus elaboraciones. En breve lo haremos. Pero permítaseme que vuelva nuevamente a nuestro amigo Aristóteles. Este filósofo, padre del pensamiento universal, afirmaba tajantemente que el fin que busca el hombre es la felicidad. Salgan a comer, si, lo necesitamos como "zoon politikon" que somos, pero sepan elegir dónde y… ¡regresen a casa felices!
©Manuel Medina
Escritor y Viajero



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