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De Vino y Literatura
Manuel Medina. Benalmádena Costa. Mayo de 2014.
   





























Son muchas las riquezas que posee nuestro país y una de ellas es sin duda el vino, que junto al aceite de oliva y el trigo, conforman los pilares básicos de la afamada, sana y cada vez más valorada y reconocida Dieta Mediterránea. Con "pan y vino se anda el camino".

Y aunque no alimente nuestro cuerpo -y sí nuestro espíritu- nuestra lengua, el castellano, es otra de las grandes riquezas y aportaciones que España ha hecho a la humanidad. Ocupamos el primer puesto mundial en la producción de vino y en castellano han sido escritas las más brillantes obras de la Literatura Universal, ocupando "Don Quijote de La Mancha" un incuestionable primer puesto. Por supuesto que última afirmación puede ser cuestionada.

Un súbdito de Su Graciosa Majestad podría -y en su derecho estaría- afirmar que el número de ejemplares de "Historia de dos Ciudades", de Charles Dickens, es hasta ahora la obra más vendida (de la obra Cervantina no se poseen datos fiables) o que habría que situar a William Shakespeare en el pódium absoluto de los autores literarios. Y todo ello mientras tintinea una taza de té. No se trata de iniciar debates, pues puede que a poco que nuestro imaginario amigo descorche un par de botellas de buen vino español y desgrane los primeros capítulos de las aventuras del Ingenioso Hidalgo, acabe no sólo cautivo de ambos -vino y personaje- sino que se vaya planteando su jubilación junto al mar que justo ahora contemplo, en lo que redacto estas líneas. Compatriotas suyos son la mayoría de mis vecinos.

Ya se ocupó Gonzalo de Berceo de loar el vino en el primer poema en lengua castellana: "Quiero fer una prosa en román paladino, en cual suele el pueblo fablar con so vezino; ca non so tan letrado por fer otro latino. Bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino". El Arcipreste de Hita, con posterioridad, advierte en "El Libro del Buen Amor" de sus excesos en una inmoderada sociedad como fue la medieval. Y pasando por Jorge Manrique llegamos hasta "La Celestina" de Fernando de Rojas, ya a las puertas del Renacimiento, obra que podemos considerar como uno de los más cumplidos elogios dedicados al vino. La vieja alcahueta convierte su jarra de vino en fiel compañero y cómplice interlocutor.

Pasando por Tirso de Molina nos detendremos en Vicente Espinel, que menciona los Vinos de Málaga -refiriéndose a ellos como Pedro Xímenez, primera marca industrial de la que se tiene noticias-. Y también hemos de mencionar "El Lazarillo de Tormes", quien junto al salmantino rio que da nombre al pícaro personaje, ahorraba algunos tragos al ciego haciendo valer su ingenio. La lista de autores a citar sería interminable si a nuestros días deseamos llegar. Jamás olvidaré mis lecturas, en los dilatados trayectos ferroviarios durante mi servicio militar, de la mano del detective privado Pepe Carvalho. Manuel Vázquez Montalbán, creador del atípico personaje, puso en sus labios aquella frase lapidaria, posiblemente enhebrada en algún bar de Las Ramblas barcelonesas, ante una copa de Blanc de Blancs: "Hay que beber para recordar y comer para olvidar".

Retroceder en el tiempo antes de finalizar es obligado para homenajear la más universal de las obras literarias en lengua española, "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha". Miguel de Cervantes hizo que su idealista y cautivador personaje viviera sus más delirantes aventuras en tierras de vinos. Uno de los pasajes más conocidos de la novela, en el que el Caballero Andante libra una lucha -fruto de sus alucinaciones- con los cueros llenos de vino que tenía almacenados el posadero de la venta donde yacía convaleciente de sus delirios, es sin duda uno de los más brillantes episodios literarios jamás narrados. El Bálsamo de Fierabrás, con el que el caballero sana milagrosamente, después de ser "apaleado" por el moro encantado mientras dormía, también hace referencia al caldo de vid como uno de sus ingredientes de la pócima milagrosa junto al aceite, sal y romero.

Y pese a que el Caballero de la Triste Figura no aparece en ningún momento como consumidor de vino -no lo consideraba propio de Caballeros Andantes-, la figura de Sancho Panza sí que aparece mucho más apegada al gusto por el comer y el beber. Recordemos que Don Quijote enviste contra los molinos de viento mientras Sancho caminaba "muy despacio sobre su jumento, y de cuando en cuando empinaba la bota con tanto gusto que le pudiera envidiar el más regalado bodegonero de Málaga" y posteriormente, cuando la singular pareja se encuentran con los cabreros, relata Cervantes como "Sancho callaba y comía bellotas, y visitaba muy a menudo el segundo zaque (odre pequeño) que, porque se enfriase el vino, le tenía colgado de un alcornoque".

Literatura española y vino español. ¿Cómo no iban a ir de la mano? El vino en la letras españolas es un asunto tan amplio e interesante que ni de lejos podemos abordarlo en un sólo artículo, pero no nos hemos podido resistir a cuanto menos esbozarlo. Y ello tras asistir recientemente al reconocido y prestigioso templo de la enología que es Rincón Asturiano en el que la bodega HABLA presentó, a una impresionante e impresionada concurrencia, sus vinos HABLA DE LA TIERRA, HABLA DEL SILENCIO, HABLA Nº 12 y HABLA Nº9. Vinos de elevadísimo nivel que hablaron por sí mismos de sus excelencias y de los que habló con especial pasión Cristina Rojas, Delegada Comercial de Bodegas HABLA. Una mujer que se sabe -y sin duda lo es- embajadora de unos los mejores vinos españoles.

Libros que nos hablan de vinos y vinos que, como por arte de magia… nos hablan.

©Manuel Medina
Escritor y Viajero

           
Rincón Asturiano
Plaza de la Iglesia, Arroyo de la Miel - Benalmádena
www.rinconasturiano.com
info@rinconasturiano.com
Telf.: 952567628




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