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Reportaje Czech Tourism I En busca de las leyendas de Praga
Manuel Medina. Diciembre de 2015.


































De la mano de la Oficina Nacional Checa de Turismo-CzechTourism hemos dado recientemente un paseo nocturno en busca de los mitos de la Praga mágica, la ciudad de las cien torres y puede que mil leyendas.

Ha sido ésta una forma diferente de conocer los rincones de esta majestuosa ciudad. Praga no es sólo una ciudad histórica, es también una ciudad misteriosa. Tanto es así que posee un museo dedicado a ello en el distrito de Malá Strana: El Museo de Leyendas y Fantasmas.
Cuentos ancestrales se unen a mitos espantosos y misterios inexplicables. Una ciudad encantadora que al anochecer se vuelve encantada.

Comencemos nuestro recorrido partiendo de la gran Plaza de la Ciudad Vieja: Staromestské námestí. Ubicada entre la Plaza de Wenceslao y el Puente de Carlos, ofrece varios estilos arquitectónicos que van desde el gótico de la Iglesia de Nuestra Señora en frente del Týn hasta el barroco de la Iglesia de San Nicolás. En ella se encuentra el famoso Reloj Astronómico. La estatua central de la plaza corresponde al reformador religioso Jan Hus, quemado vivo por defender sus creencias. Pero hemos de mirar hacia abajo. En el suelo de uno de sus laterales hay un conjunto de enigmáticas baldosas. Veintisiete en total y en cada una de ellas una cruz blanca.

Ocurrió el 21 de junio de 1621. Un grupo de 27 nobles checos fueron ejecutados justo en ese lugar, tras liderar una rebelión contra Fernando II, Emperador del Sacro Imperio. Cruel escarnio fue mantener las cabezas expuestas en cestas de hierro en la torre del puente. Se cuenta que nada menos que durante diez años, hasta que finalmente fueron enterradas. Desde entonces, cada 21 de junio, al caer la noche, los espíritus de los ejecutados deambulan por este lugar.

Y ya que estamos junto al Reloj Astronómico del ayuntamiento, esperemos a que toque la hora mientras conocemos su historia, en la que se trenza el mito con la realidad. Su constructor, el maestro relojero Jan Hanus, había logrado un gran reconocimiento en la ciudad. Era posiblemente el mejor reloj nunca construido hasta entonces y sólo él conocía su complicado mecanismo. Las autoridades de la ciudad estaban muy orgullosas de esta gran obra… pero poco después de su inauguración, el maestro Hanus se hallaba enfrascado en un nuevo proyecto en su taller. Se trataba de un nuevo reloj astronómico perfeccionado y surgió el temor de que fuese un encargo de alguna ciudad extranjera, dejando a Praga en un segundo plano. Para evitarlo, varios hombres sin piedad irrumpieron en su taller y lo dejaron ciego, apuñalándole los ojos.

Pasó el tiempo. Hanus enfermó y poco a poco fue sufriendo un progresivo deterioro. Su reloj continuaba despertando la admiración de todo aquel que visitaba la ciudad. Un día, quizás finalmente conocedor de la verdad, pidió a su aprendiz que lo llevase hasta la torre. Una vez allí, y haciendo acopio de sus menguadas fuerzas, metió su brazo derecho en el mecanismo para averiarlo. Los engranajes sonaron horriblemente y todo se detuvo. Hanus cayó muerto en ese mismo instante. Desde entonces, una maldición recaería sobre todo aquel que intentara reparar el reloj. Más allá de la leyenda, es cierto que muchos años pasaron antes de que alguien lograra reparar el complicado mecanismo del Reloj Astronómico de Hanus.

Seguimos en la Plaza de la Ciudad Vieja. Nos llamará la atención el imponente Palacio Golz-Kinsky, tanto por su majestuosidad como por estar adelantado con respecto a las fachadas del resto de edificios de la plaza. Aunque su hermoso aspecto rococó data del siglo XVIII, los orígenes del palacio se sitúan en el siglo XIV. Cuenta la leyenda que el arquitecto quiso sobornar a los responsables municipales para que aprobasen esta anomalía en su ubicación, tal era su afán de que el edificio destacase. A la par levantó un muro durante la construcción que ocultase su especial situación. Pero cuando la fachada del palacio superó la altura de la muralla, se hizo evidente el engaño. Las autoridades ordenaron su inmediato derrumbe. El conde propietario del palacio les mostró la autorización firmada por los tres consejeros a los que había sobornado. Eso les llevó a la horca… sin embargo el palacio no fue derruido. Sigue hoy en su lugar.

Otra historia narra como una mujer noble y muy rica aunque malvada, que vivía en la Ciudad Vieja de Praga, trataba muy mal a su servidumbre. Una de sus sirvientas, una humilde y bondadosa campesina, en cierta ocasión estaba ayudando a la señora a vestirse. Justo en ese momento sonó la campana de la Iglesia del Týn. La muchacha, que fue educada de forma piadosa, hizo una pausa en su tarea y se puso a rezar. La mujer, enfurecida por ello, reaccionó salvajemente cogiéndola del cuello y recriminándole que le pagaba por servirle, no por rezar. Tal era su desmedida maldad que acabó por estrangularla. Nuevamente el soborno, en este caso a los jueces, hizo que saliese impune. Pero desde entonces, cada vez que oía tocar la campana del Týn, el arrepentimiento y el dolor la mortificaban. Finalmente, hundida por el peso de su mala acción, ordenó fundir una pequeña campanilla de oro y colgarla de la torre del Týn, en recuerdo de la muchacha. Posteriormente donó todos sus bienes a los necesitados e ingresó en una orden de clausura.

Vamos ahora al patio de la iglesia del Týn, también conocido como Patio de Ungelt, antigua aduana real. Del mismo modo que hoy es lugar de cafeterías para turistas,  antaño servía de lugar de encuentro de mercaderes turcos, que se reunían en sus tabernas. Cuenta la leyenda que uno de los taberneros tenía una hija bellísima a la par que inaccesible, pues no concedía sus favores a ninguno de sus muchos admiradores... hasta que un día llegó un joven mercader turco del que quedó prendada, surgiendo entre ellos una secreta historia de amor. Pasados los días de mercado, el joven abandonó la ciudad prometiendo a la muchacha que regresaría. Pasaron los años y la esperanza de volver a ver a su amado se iba desvaneciendo a la par que la tristeza de apoderaba de la joven. Pero el tiempo todo lo cura, y finalmente, cansada de esperar y seducida por la insistencia de un joven que la cortejaba, decidió casarse con él.

El destino quiso que justo el día de la boda, el joven turco volviese a Ungelt en busca de su amada. Cuando supo que acababa de casarse con otro, se sintió despechado. Envió una nota a la joven pidiéndole verla esa misma noche y ella, a pesar de estar recién desposada, acudió a la cita. El turco de forma vil urdió su venganza asesinando a la joven y cortándole la cabeza. Su horrendo crimen no fue descubierto, pues su idilio siempre fue mantenido en secreto, pero los remordimientos hicieron que finalmente se suicidase. Aún hoy, algunas noches de verano, el fantasma del turco de Ungelt se pasea con la cabeza de su amada asida por su larga melena.

También sin cabeza galopa cada medianoche por la Calle Liliova un caballero templario montado sobre un caballo blanco y su propia cabeza en una mano. La maldición le aflige por renunciar a la fe cristiana justo antes de ser decapitado. Pese a los muchos turistas que pasean por este lugar, aún ninguno se ha armado de valor para, sujetando al caballo, arrebatarle su espada y atravesarle con ella el corazón. Sólo eso lo liberará del maleficio.

Mitos, cuentos, historias…  Como la de la Casa de las Tres Rosas Blancas, situada en la Plaza Pequeña, junto a la Gran Plaza.  Actualmente aloja el Hard Rock Café. Si nos fijamos en su fachada, veremos unas pinturas y en la parte superior tres rosas blancas. Cada una de esas rosas simbolizan a tres bellísimas jóvenes que allí vivieron y que, herederas de una gran fortuna y embriagadas de fantasías románticas, fueron seducidas por tres apuestos jóvenes. Finalmente resultaron ser una misma persona que disfrazándose, se las fue llevando a las tres paulatinamente de la ciudad. La casa quedó vacía y las tres hermanas sufrieron un triste final.

Quizá es la del Golem, en el barrio del viejo gueto de Josefov durante la ocupación alemana y la persecución judía, la leyenda más conocida. El Golem carecía de alma y cerebro y estaba hecho de materia inerte. El rabino Judá Loew ben Bezale fue quien dio vida a este extraño ser para proteger la comunidad de los ataques antisemitas. Al principio el Golem obedecía las órdenes que se le daban, pero finalmente enloqueció. El propio rabino acabaría con esta criatura. Sus restos descansan en la Sinagoga Vieja-Nueva Straronova. Si la visitan tengan cuidado… en cualquier momento puede volver a la vida.

Historias que evocan un mundo sobrenatural. Una Praga misteriosa y oscura, repleta de fábulas sobre legendarios habitantes. De calles con brillantes adoquines y tenebrosas siluetas góticas. Quedan muchas historias por contar, pero no podemos despedirnos de Praga sin cruzar el puente más famoso de Europa: el Puente de Carlos sobre el río Moldava. De entre las treinta estatuas que lo flanquean buscaremos la figura de San Juan Nepomuceno y frotaremos el perro que le acompaña… el regreso a Praga estará entonces garantizado. Doy fe.



Nuestro más sincero agradecimiento a la Oficina Nacional Checa de Turismo-CzechTourism por la colaboración prestada para la elaboración de este reportaje.


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