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Mojácar, la perla blanca del levante almeriense
Manuel Medina. Septiembre de 2016.


































Hay lugares a los que nada más llegar la palabra sorprendente nos ha de venir a la mente. Mojácar es una piña de casas bancas que resaltan en la lejanía cuando nos aproximamos a la Sierra de Cabrera. Perdernos en sus laberínticas callejuelas hará que nuestra mirada cambie continuamente de enfoque: del detalle de lo cercano al horizonte de sus miradores.

Por aquí pasaron los hombres de neanderthal, la cultura argárica, celtas, fenicios, griegos, romanos, visigodos, árabes y cristianos. En la época contemporánea comenzaron a instalarse en Mojácar intelectuales, artistas y bohemios fascinados por este enclave único. En torno a su símbolo mágico, el Indalo, se agruparon culturas y gentes de todas latitudes.

Puntos obligados de visita son la Iglesia de Santa María, de 1560, y junto a ella la estatua de la Mojaquera, tributo a las mujeres que acarreaban agua desde la fuente hasta el pueblo. La Plaza del Parterre también se sitúa junto a la iglesia y llama la atención por su estructura porticada. En ella admiraremos la reproducción de una de las escenas de la Reconquista que se recrean en la sillería del coro de la catedral de Toledo. El Mirador de la Plaza Nueva es punto de encuentro desde el que podremos disfrutar de una espléndida vista del Valle de las Pirámides y las sierras de Cabrera, Bédar y Almagrera. En esta plaza se encuentra la Ermita de Nuestra Señora de los Dolores, del siglo XVI. Al llegar a la Plaza del Ayuntamiento un árbol centenario nos cautivará: un ficus benjamín que se dice fue traído de las Américas por un emigrante. La antigua vía de acceso al pueblo, la Puerta de la Almedina, es un arco de 1574 que muestra el escudo primitivo del municipio. Otros puntos de interés son El Torreón, del siglo XVIII; el barrio del Arrabal, donde residía la colonia judía; el Mirador del Castillo, que conserva el antiguo aljibe musulmán y La Fuente, de trece caños y que dio origen fundacional a esta localidad.

Una vez visitada la ciudad, un refrescante chapuzón en el mar convierte la visita en perfecta. Posee Mojácar 17 kilómetros de costa y en algunas de sus playas ondea la Bandera Azul. Algunas vírgenes, ideales para los más solitarios y otras más turísticas, dotadas de numerosos servicios. Señalemos que el especial micro clima de Mojácar permite el disfrute de sus playas casi todo el año. Aquí tantos los inviernos como los veranos son muy suaves. Más de 3.000 horas anuales de sol y una media anual de 20ºc son suficiente reclamo para disfrutar de unas vacaciones en esta bella comarca. Su moderna planta hotelera, tanto en la playa como en el pueblo, se completa con establecimientos familiares y rurales.

La diversidad y la calidad de la oferta gastronómica mojaquera es impresionante. Productos de la tierra y el mar, sencillas elaboraciones junto con recetas tradicionales muy elaboradas, cocina internacional… el amante de la buena mesa se encontrará en un paraíso por descubrir. Su Escuela de Hostelería es referente del sector y en ella se han formado los profesionales que han protagonizado un resurgir de la gastronomía en toda la comarca. Mirando al futuro, pero sin arrinconar las tradiciones. Platos tradicionales como los gurullos, los guisos de pelotas, el caldo de pimentón, las migas, los arroces caldosos o incluso el cous-cous -fruto del legado andalusí-, conviven con cocinas de fusión y vanguardia. De ese modo la gastronomía se ha convertido no sólo en el perfecto complemento para visitar la zona sino en una motivación en sí misma y un atractivo diferenciador de este destino turístico. Y junto a la maestría en las elaboraciones, la presencia de los productos de la tierra. La ubicación junto al mar mediterráneo, despensa de los mejores pescados y mariscos, la alta calidad de las verduras y hortalizas, los aceites de la comarca etc. son garantía de éxito para sus apetitosos platos.

Destaquemos en cuanto a los pescados más apreciados el Gallo Pedro, los espetones de sardinas o júreles, los calamares, los boquerones, la sepia, el pulpo o la exquisita gamba de Garrucha junto a galanes, salmonetes y palometas. Y para un perfecto maridaje los vinos almerienses. Caldos sorprendentes y cada vez de más cuidada elaboración. De ello da fe la cantidad de menciones y premios que las bodegas de la zona vienen cosechando en los certámenes internacionales.

Y para concluir, el mayor patrimonio de Mojácar: sus gentes. Desde la antigüedad son muchas las culturas que han habitado en este Municipio. Su privilegiado enclave lo han convertido desde siempre en lugar muy apreciado para vivir. Vecinos de carácter abierto que del compartir y el departir hacen modo de vida. En ningún caso el visitante se sentirá forastero. De ello damos fe.



Nuestro más sincero agradecimiento al Servicio Provincial de Turismo de la Diputación de Almería y a la organización del Salón Internacional de Turismo EUROAL por la colaboración prestada para la elaboración de este reportaje.



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