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Editorial - El Universo del Crucero (V) Los Primeros Transatláticos españoles
Jueves, 25 de abril 2012   Manuel Medina






















Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca, pide que tu camino sea largo, y rico en aventuras y experiencias
La Odisea, Homero, siglo VIII a. C.



Primeros barcos Trasatlánticos españoles (I)

La tentación de narrar y admirar las características de los ya citados -en anteriores entregas de esta serie de artículos- Queen Mary y Queen Elizabeth, así como las de sus sucesores, en el presente apartado, por obvia, queda descartada (casualmente ayer mismo, a las 6 de la tarde pasaba majestuosamente frente a casa el Queen Mary 2, con su negro casco y su solemne perfil). Es mucha la información que podemos encontrar sobre estas maravillas de la ingeniería naval que -para los recursos de la época- constituían un ingente esfuerzo tanto técnico como económico (sí que emplazamos a ver fotos de la época del interior de estos barcos… y no se piense que todo era “glamour”, sobre todo de la tercera clase en adelante).

Tampoco sucumbiremos a “re-documentar” la historia (apasionante, por otro lado) del más famoso de los barcos de la historia de la humanidad: el Titanic, pese a que los últimos datos aparecidos arrojan nueva luz sobre su trágico final (el anterior artículo referencia el recientemente aparecido único documento gráfico en movimiento de la construcción del barco, unos pocos minutos rescatados por azar del olvido).

Este artículo, finalmente, va a ser dedicado a rescatar del olvido y hacer homenaje a dos importantísimas compañías pioneras, innovadoras, y para sorpresa de algunos… españolas.

“Pinillos Izquierdo y Compañía” y la “Compañía Trasatlántica”, su gran rival, construyeron y pusieron en servicio los primeros grandes trasatlánticos con bandera española. Pinillos era una empresa familiar y de carácter privado mientras que la Trasatlántica era un emporio naviero, una de las principales navieras de Europa de carácter paraestatal por tener asignado el contrato para el transporte de correo con el Estado Español.

Salvando la cuestión del tamaño, nada tenían que envidiar a otras potencias europeas. Los buques españoles, ciertamente, eran más pequeños (a pesar de estar internacionalmente incluidos en la categoría de Great Liners, grandes trasatlánticos) por varias razones fundamentales entre las que destacaríamos dos: El menor flujo migratorio desde España hacia Sudamérica que desde los países anglosajones a Estados Unidos y la ausencia de infraestructuras en los puertos de Brasil, Argentina o Uruguay para recibir a semejantes “monstruos transbordadores trasatlánticos” como los definió Joseph Conrad.

Miguel Martínez Pinillos inició sus actividades marítimas en 1835, aunque hasta 1840 no se convirtió en armador de la bricbarca Castilla, y un año más tarde adquirió la fragata Apolo, con los que se dedicó al tráfico marítimo entre Cádiz, Canarias y algunos puertos antillanos. En 1883 la empresa pasa a llamarse Pinillos Sáenz y Compañía. Compra su primer vapor, un carguero inglés, al que denomina Apolo, repitiendo el nombre de la primitiva fragata. En 1886 adquirió seis vapores mixtos de carga y pasaje, con los que estableció un servicio regular entre Barcelona, Puerto Rico, La Habana y Nueva Orleáns, con escalas en Cádiz y Canarias. En 1895 cambia de nuevo el nombre de la empresa, Pinillos Izquierdo y Compañía. La nueva entidad comercial pretende emprender nuevas actividades: una nueva línea entre algunos puertos de la península, Filipinas y Hong-Kong. Para atender este nuevo servicio se contrata la construcción de tres buques: Manila, Barcelona y Cádiz. El desastre de 1898 (la perdida de la colonias españolas) frustró el proyecto.

En estos días de abril de 2012 conmemoramos el centenario del hundimiento del Titanic, son -somos- muchos los que asociamos la fecha del 15 de abril al quizá más conocido desastre de la historia de la navegación. En nuestra historia naval, la de nuestro país, la fecha del 5 de Marzo de 1916 fue recordada durante mucho tiempo pero ha sido poco a poco olvidada, y no fue la única caída en el olvido. La Marítima Pinillos -al igual que la The White Star Line- tuvo no uno, sino varios desastres de gran magnitud. En su momento lo rememoraremos a modo de pequeño homenaje a aquellos compatriotas que acabaron sus días en lo que intentaban alcanzar un sueño en lejanos lugares.

Dijimos que junto a Pinillos Izquierdo y Compañía  -o más bien frente a- se encontraba La Compañía Trasatlántica Española,  será ésta objeto de nuestra próxima entrega. Mirar hacia el pasado a veces nos ayuda a comprender el presente aunque, en este caso, no deje de sorprendernos el poco peso específico actual de la industria española en estas lides.


Manuel Medina
Escritor y Viajero


Editorial - El Universo del Crucero (V) Los Primeros Transatláticos españoles