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Río de Janeiro, un recorrido por la mejor gastronomía carioca
Sábado, 21 de julio 2012

























La gran metrópoli del sureste de Brasil se ha convertido en un poderoso centro en ebullición donde, al calor de los grandes acontecimientos deportivos programados para los próximos años y de su fulgurante vida cultural, parece imposible no fijar los sentidos y sentir su ritmo. Además, Río de Janeiro está sembrada de sabores dulces y salados. Recorremos los lugares gastronómicos de una ciudad que hipnotiza al mundo.



Quien ama la bossa nova, ama Brasil y Río de Janeiro. Incluso, si sólo ha visitado la ciudad en sueños o de manera virtual recorriendo con la vista las fotos de un reportaje sobre las playas de Ipanema o Copacabana, también tendrá una chincheta marcando el destino como lugar obligado en un viaje futuro. Sus alabanzas se han cantado en himnos como Garota de Ipanema, de Antonio Carlos Jobim y Vinicius de Moraes, con la que uno se imagina, tras un día caluroso, viendo atardecer frente al mar con un suco (zumo) de frutas mientras se deja mecer por el ritmo de sus gentes.

La experiencia carioca de los sabores arranca en un sitio palaciego. Aquí nos reciben con grandes dosis de azúcar para empezar desde el final, esto es, desde los postres. Se trata de un testimonio vivo de los tiempos pasados, la chocolatería más famosa de Brasil; la Confitería Colombo abrío sus puertas en el año 1894 y desde entonces este establecimiento no ha perdido ni un ápice de su refinada puesta en escena.

Los techos altos decorados con vidrieras y lámparas de cristal parecen salir de una fantasía vienesa, con una decoración de estilo Art Noveau. El local, como si se tratara de una casa de postín, está distribuido en dos plantas. En la primera, encontramos la tienda de pasteles y toda clase de tartas; arriba, el restaurante con vistas al foso, para no perder ni un ápice de lo que ocurre en el lugar. Más allá de todo esto, el Colombo es un templo para los amantes de los dulces. Conocido por su excelente carta de cafés, también son deliciosas sus mermeladas tropicales, que vienen en paquetes pintados a mano. Todo es artesanal.

Al entrar hoy en este lugar, donde actualmente los visitantes extranjeros ocupan las mesitas vestidas con manteles blancos, no es necesario hacer un gran esfuerzo para imaginar a los más venerables hombres y damas de la alta sociedad carioca de la época disfrutando de un café con crema y con pastas.  Aquí también pasaron largas horas los más reconocidos hombres de letras, artistas y hombres de negocios, así como la realeza europea a su paso por Río. Aún entonan con orgullo el ‘God save the queen’ al señalar que la Reina Isabel de Inglaterra estuvo aquí en 1968; también pasó el rey Alberto de Bélgica en 1920 y otros tantos. La chocolatería Colombo cuenta además con una sucursal más popular en el Fuerte de Copacabana.

Luego está el Garota de Ipanema, el bar donde, según la leyenda, Antonio Carlos Jobim y Vinícius de Morais escribieron la famosa ‘La chica de Ipanema’, y donde todavía se pueden escuchar en vivo conciertos de bossa. Ubicado en la Rua Vinícius de Morais, el bar abrió en 1945 con el nombre de Bar Botineiro, en el barrio de Ipanema, y pronto se convirtió en uno de los locales más bohemios de la zona. En su restaurante se pueden degustar platos típicos del país como langostinos a la milanesa, rabas, arroz brasilero, papas fritas y verduras.

De vuelta al presente

Para los que buscan lugares con historia, nada como adentrarse en la popular Academia da Cachaça, en la Rua Conde de Barnadotte.

Inaugurada en 1985, recibe a los acólitos del famoso licor de caña de azúcar, base alcohólica sin la cual no existiría la caipiriña (caipirinha).

Además de una cocina muy apreciada con especialidades norteñas como el escondidinho o el arrumandinho, la Academia cuenta con innumerables referencias y combinados, no en vano el bar exhibe unas 2.000 botellas que reflejan los 130 años de historia de la bebida. Podemos decir sin ambages que la caipiriña es el cóctel brasileño más conocido en todo el mundo. Y no se concibe ir a Brasil y no disfrutarlo como mandan los cánones. Mezcla de cuatro ingredientes: cachaza, azúcar, lima o limón cortado en trozos y hielo. En origen era una bebida de esclavos, pero hoy día existen varias versiones modernas como la caipiroska (con vodka) y la caipirissima (con ron).

De todos los lugares donde beber la celebrada bebida –y hay unos cuantos aquí– dos son lugar obligado para los viajeros que gusten de lugares de referencia. El primero de ellos es el bar con vistas a la piscina del imponente Copacabana Palace.

Este impresionante edificio, inaugurado en 1923, es el hotel más tradicional y lujoso de Río. Diseñado por el arquitecto francés Joseph Gire –quien se inspiró en otros dos hoteles, el Negresco en Niza y el Carlton en Cannes–, Marlene Dietrich, Orson Welles, Sinatra o Los Beatles conocieron de primera mano las paredes estucadas originales; desde hace décadas -así reza en su ‘Libro de Oro’- es el hotel de las estrellas.

El segundo es el Baretto-Londra del hotel Fasano de Río de Janeiro, considerado el epítome del lujo de vanguardia. Su oferta se alarga en la azotea donde se puede disfrutar además de una piscina que se confunde con el paisaje del mar y una sauna con cabina de masajes. Con vistas panorámicas de la playa de Ipanema y los altos edificios de la ciudad, representa esa fotografía que a todos nos gustaría sacar. Además de todo, aquí se encuentra el elegante Fasano Al Mare, restaurante de cocina italiana capitaneado por el chef Luca Gozzani. Ofrece un innovador menú con platos a base de pescado y mariscos con influencia de la cocina del Piamonte, Sicilia y la Umbría, de ahí que la pasta no falte en su versión más sofisticada.

Volviendo al Copacabana Palace, éste cuenta con dos restaurantes. El restaurante Cipriani, especializado en gastronomía del norte de Italia, tal vez es el más célebre entre la alta sociedad y merecedor de una fama mundial, con sucursales en Venecia, Nueva York, Porto Cervo, Miami o Hong Kong. El Cipriani, comandado el cocinero Nicola Finamore cuenta además con un rincón exclusivo dentro de la propia cocina, la Mesa do Chef, siempre bajo reserva, permite a los comensales vivir el ritmo de sus bambalinas en primera persona.  El Pergula, por su parte, se encuentra en la zona de la piscina. Un desayuno o una comida buffet, pasando por una excelente cena o una copa, son excusas más que suficientes para pasar todo el día frente al mar.

Sin abandonar Copacabana, esta vez el escaparate de la fusión francobrasileña está en el Restaurante Le Pre Catelan del Hotel Sofitel y dirigido por el cocinero francés Roland Villard, elegido como uno de los 10 mejores del mundo por la revista Hotel World. El menú de Villard hace un repaso a más de 1.800 recetas clásicas y reinventadas, con ingredientes típicos de la región preparados con las técnicas del país galo. Cuenta con una de las mejores bodegas de Brasil, en la que destacan más de cien referencias de vinos franceses. Otro de los puntos fuertes es su carta de postres, todos deliciosos, obra del chef pâtissier Dominique Guerin, donde reina un dulce premiado por la revista Veja Rio: el soufflé de chocolate.

Más allá de Copacabana, en la Praça da Bandeira, otro referente de obligada visita es el Restaurante Aprazível, ya no sólo por su carta de cervezas, sino porque es el lugar para probar la cocina brasileña de ‘raíz’. El Aprazível es un establecimiento al aire libre, se encuentra rodeado por vegetación tropical, justo en la parte más alta del barrio de Santa Teresa. De los fogones salen platos tradicionales con toques regionales de Minas Gerais. En efecto, Santa Teresa es una zona que no se puede dejar de visitar. Hoy en día se ha extendido tanto geográficamente que llega a lindar con las favelas que rodean este bonito barrio de sabor colonial, y se ha convertido en hogar de artistas y bohemios.

También hay infinidad de restaurantes de todo tipo de comida, que van desde la amazónica en el Espirito Santa (ubicado en una casa reciclada, es uno de los más caros de la zona), al Bar do Mineiro, con la feijoada como reclamo principal, pasando por Thiago o Sobrenatural, especializado en mariscos. Pero además, en el llamado Montmartre carioca hay numerosos talleres de artesanos y artistas callejeros, así como emblemas de la arquitectura religiosa, como la iglesia Nossa Senhora das Neves y el bondinho, el último tren eléctrico que circula en todo Brasil.

Olympe de Claude Troisgros y RSde Roberta Sudbrack, son otros de los iconos de la nueva cocina brasileña. Ambos ofrecen menús gourmet en un ambiente maravilloso. Por su parte, Sudbrack, que trabajó en la casa presidencial de Brasil durante el mandato del presidente Fernando Henrique, es conocida por su talento y originalidad culinaria (cada año elige un ingrediente con el que hace platos que van de lo más sencillo a lo más sofisticado). El chef belga Frederic de Maeyer también es sinónimo de cocina de altura. En su restaurante Eça, nombre que rinde homenaje al escritor Eça de Queirós, podemos disfrutar de una cocina contemporánea en un ambiente elegante.

En la Rua Dias Ferreira, en el barrio de Leblon, se encuentra Ct Boucherie, del chef Claude Troisgros, hijo del cocinero francés Pierre Troisgros, del mencionado Olympe. Se ha ganado el título de mejor local de carne, donde sirven los auténticos cortes brasileiros. Desde fuera parece en efecto una carnicería, con su toldo a rayas en rojo y blanco. Dentro es un establecimiento mitad bistró, mitad boucherie francesa donde esperar mesa forma parte de la liturgia.

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Fuente: www.iberia8stars.com


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