Los niños más pequeños también hacen cruceros
Lunes, 19 de marzo 2012
Una de las maravillas acerca de tener hijos es el poder ver el mundo con la frescura que sólo es posible a través de sus ojos. La visión es siempre más interesante y nueva cuando se está en el mar.
Para un niño pequeño, un barco de crucero es un enorme parque flotante, con inimaginables delicias en cada piso. Entre las edades de los 2 y los 6 años, los requisitos de la mayoría de los niños son pocos: espacio para explorar, alguien con quien jugar, un bocadillo y una siesta cuando se necesitan.
Con su padre en el negocio, mi hijo tuvo la fortuna de poder tomar su primer crucero a los 3 años. Navegamos en Princess en el otoño y había muy pocos niños a bordo, por lo que fue muy solicitado por todos los abuelos que nos encontrábamos a bordo (sobre todo porque no tenían que mantener su ritmo). Sé que él lo disfrutó porque corría un kilómetro por minuto entre cada siesta.
Su madre y yo también fuimos afortunados ya que nos acompañaban nuestros padres, por lo que podíamos delegar turnos para ayudarnos con nuestro pequeño paquete de energía y escaparnos para tener un rato de tranquilidad, en lo que tocaba el próximo cambio de turno. Esto es básicamente la razón por la que las líneas de cruceros han dedicado tiempo y dinero en la construcción de instalaciones infantiles y contratan consejeros para niños, garantizan tiempo de recreación para ellos y permiten a los padres poder relajarse y disfrutar de la diversión de su propio interés.
En este primer crucero, el rato favorito de mi hijo era la hora de la cena, nuestro mesero le hacia animales de pedazos de papel, el arte japonés del origami, y se los presentaba con un toque dramático. Su pregunta favorita 100 veces al día se volvió, ¿Va a venir el señor a la cena?
Aprendimos en ese crucero que es importante que el camarote se sienta como un lugar familiar y acogedor. Los niños tienen inquietudes al igual que la mayoría de adultos cuando viajan, y es difícil para ellos expresar esos temores o incluso reconocerlos como lo que son, por lo que los padres son quienes deben de hacer el lugar más confortable. Si normalmente el niño se acompaña a la hora de dormir con una muñeca, un peluche, una manta o almohada especial, asegúrese de empacarlos con el resto de lo demás que lleva para hacer que la habitación se sienta como estar en casa.
Creo que mi hijo tenía 4 o 5 años cuando primero mostró interés en las excursiones en tierra (siempre y cuando incluyeran ir a la playa), pero su objetivo principal era todavía la piscina del barco y la mesa de tejo. El juego de tejo parece casi prehistórico en comparación con toda la tecnología más reciente, pero es genial para los niños de esta edad.
Navegamos un año al Caribe en Holland America, y al final de ese crucero, le pregunté a mi hijo que fue lo que él había disfrutado más. ¿Fue la familia de delfines que vimos nadar junto a la nave?, ¿fueron las bellas aguas de Magens Bay en St. Thomas?, ¿fue la piscina a bordo donde pasó gran parte de su tiempo durante los días en alta mar?
No, me dijo, lo que más le gusto fue cuando volvíamos a la habitación después de la cena para ver donde nuestra camarera había escondido su rana de peluche, Kippee.
Una noche Kippee se asomaba debajo de su almohada, otra noche aparecía colgada de la lámpara. Una tarde, Kippee se había deslizado dentro de una bata de baño. Cada noche el escondite era más inteligente que la noche anterior, y mi hijo entraba frenético a la cabina para buscar a su compañero hasta encontrarlo y dar saltos de gusto. Los tiernos detalles para nuestro hijo de nuestra camarera, que está tan lejos de su propia familia, significaron mucho para la mía.
Es curioso lo que es importante para un niño a esa edad, y lo que recuerda. Pero hasta este día, mi recuerdo más querido de ese crucero es una rana verde también.
Alan Fox
Vacations To Go
Houston
